jueves, 5 de marzo de 2020

La poesía de la segunda mitad del XVI


Durante la 2º mitad del XVI, cambia el panorama cultural, artístico y literario sobre todo por la irrupción de la Contrarreforma. Tras el fracaso del proyecto imperial de Carlos V por culpa de la Reforma Protestante (a la que se adhirieron los territorios alemanes bajo su poder), y la imposibilidad de sofocarlo militarmente, España se convertirá en líder de ese movimiento de reacción católico contra el luteranismo, surgido del Concilio de Trento y que proponía (aparte de la censura y el control ideológico) el utilizar el arte y la literatura como medio para propagar y fortalecer los dogmas y preceptos de la Iglesia Católica. De ahí que la literatura se llene de contenidos moralizantes y religiosos, y que en la poesía de esta segunda parte del siglo tengamos que diferenciar ya dos corrientes

  • La lírica profana (no religiosa) continuadora de las innovaciones temáticas, métricas y estilísticas introducidas por Garcilaso en la primera mitad. El principal representante será el sevillano Fernando de Herrera.
  • La lírica religiosa, que adapta esas innovaciones a la expresión de un sentimiento religioso. Aquí encontramos a su vez dos grandes tendencias, la ascética (representada por Fray Luis de León) y la mística (con dos santos -nada mas y nada menos- como representantes: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús)
Ahora bien, el cambio de mentalidad experimentado desde la Edad Media se percibe también en el tipo de religiosidad que se expresa, distinta a la medieval: se busca el conocer y llegar a Dios en esta vida, aquí y ahora, y como forma también de lograr la felicidad y la plenitud a la que aspira el antropocentrismo y el vitalismo renacentista.
  • La ascética busca el conocimiento racional de Dios a través de la vida sencilla y retirada, dedicada a la contemplación y el conocimiento de la Naturaleza, cuya belleza y armonía perfectas se consideran, de acuerdo con el Neoplatonismo, reflejos de la belleza de Dios Es decir, que conocer el mundo y la matemática perfecta que lo rige es una forma de conocer a Dios. Adaptan así tópicos clásicos como el Locus amoenus o el Beatus ille (que ensalza la vida retirada del mundo, despreciando lo afanes materiales) a sus inquietudes religiosas. 
    • El principal representante de la ascética será Fray Luis de León, autor sobre todo de odas -género también clásico-  en liras -estrofa creada por Garcilaso en su canción V-en las que expresa de forma bellísima estas ideas (Oda al apartamiento, Oda a la vida retirada, Oda a Francisco Salinas, que es en realidad una oda a la música).
  • La mística va un poco más allá: son poemas que tratan de expresar lo que sienten aquellos elegidos que, tras llevar una vida austera dedicada a la contemplación y el conocimiento de Dios, son premiados con el don de conocer la experiencia mística en la que el alma abandona momentáneamente el cuerpo y se funde con Dios. Por tanto, son poemas que tratan de expresar lo inefable, lo que no se puede expresar con palabras, y que además el lector seguramente no va a conocer ni experimentar: la felicidad suprema y absoluta de la fusión mística con Dios.
    • Santa Teresa tiene varias obras en prosa en las que habla de todo esto, y también escribió algunos poemas (entre ellos, el famosísimo "Vivo sin vivir en mi /  y tan alta vida espero / que muero porque no muero") pero San Juan de la Cruz lo hará casi exclusivamente a través de sus poemas, en los que emplea el amor humano como símbolo de esa unión mística. Así , tenemos poemas en los que se nos narra una experiencia amorosa entre una Amada (símbolo de alma) y un Amado (símbolo de Dios) pero que admiten una doble lectura: como poema amoroso (si lo interpretamos literalmente), o como poema religioso (si lo interpretamos de forma simbólica). Tanto es así, que San Juan tuvo que publicar unos largos comentarios donde explicaba verso por verso este significado simbólico y religioso de sus obras.
    • En sus poemas, San Juan funde sobre todo dos grandes influencias:
      • La poesía renacentista, con sus tópico clásicos (el locus amoenus, la presencia de los pastores, la expresión a través de metáforas, epítetos, etc, la expresión clara y bella)
      • El Cantar de los Cantares, libro de la Biblia en el que ya se usaba la relación amorosa como símbolo del amor entre el alma y Dios.
    • Utiliza sobre todo la lira, y, aparte de los recursos característicos de la poesía del Renacimiento, suele usar también aquellos ilógicos (contradicciones, paradojas, oxímoron) para expresar lo irracional de la experiencia mística.
    • Sus principales poemas son la Noche Oscura del Alma y, sobre todo, el Cántico espiritual, una "égloga a lo divino" donde adapta la temática-bucólico pastoril: una chica busca a su amado en un naturaleza idealizada hasta que se produce un maravilloso encuentro amoroso. Independientemente de su interpretación religioso, es uno de los poemas amorosos más bellos escritos en castellano.