lunes, 19 de febrero de 2018

La prosa en los siglos XVI y XVII

PRINCIPALES GÉNEROS NOVELÍSTICOS

Durante el siglo XVI el género narrativo tiene un éxito sin precedentes, destacando una novela idealista de ficción que era utilizada como entretenimiento por esos nobles y burgueses que empiezan a interesarse por la cultura en ese siglo.
La prosa narrativa del siglo XVI presenta una gran variedad en la que destacan diversos géneros novelísticos caracterizados por su tono idealista y cuya finalidad era servir de entretenimiento a la nobleza y la burguesía.

 Los principales géneros novelísticos renacentistas son:

1.              Novela de caballerías. Narra las aventuras de un caballero andante que recorre el mundo enfrentándose a seres fantásticos en defensa de la justicia y la lealtad, y para demostrar el amor a su dama. Destaca el Amadís de Gaula.
2.              Novela bizantina. Narra las aventuras de una pareja de jóvenes enamorados que se ve obligada a separarse, emprendiendo un largo viaje para reencontrarse. A lo largo del viaje se enfrentarán a peligrosas aventuras. Destaca Los trabajos de Persiles y Sigismunda, de Cervantes.
3.              Novela pastoril. En estas obras, en las que a penas hay acción, unos pastores cultos e idealizados cuentan sus desventuras amorosas en una naturaleza idílica. Destaca La Diana, de Montemayor, y La Galatea, de Cervantes.
4.              Novela morisca. Narra aventuras entre moros y cristianos en los tiempos de la Reconquista.

Todos estos subgéneros novelísticos se caracterizan por su tono idealista, que implica una serie de características comunes:
1.      Aparecen personajes y sucesos inverosímiles (pastores cultos, sucesos maravillosos...).
2.      Ambientes y paisajes idealizados según los gustos de la época: naturaleza idealizada, gusto  por parajes exóticos y lejanos.
3.      Abundancia de estereotipos: caballero andante siempre heroico, pastores siempre son cultos...

Sin embargo, los mayores logros de la narrativa renacentista se deben a dos obras que no se pueden encuadrar en ninguno de estos géneros. Son El Lazarillo de Tormes, que inicia la novela picaresca, y Don Quijote de la Mancha, que sentó las bases de la novela moderna.
EL LAZARILLO DE TORMES
A mediados del siglo XVI se publica El Lazarillo de Tormes, una obra anónima y que inició el género conocido como novela picaresca. El Lazarillo es una obra realista de crítica social que contrasta con la novela idealista de moda en la época.
Debemos destacar los siguientes elementos de El Lazarillo:

Autor. Aunque hay diversas teorías lo cierto es que se desconoce el autor de la obra, ya que
ocultó conscientemente su nombre por las críticas que hace a la Iglesia en el libro.
Argumento. Toda la obra está estructurada como una enorme carta que Lázaro escribe a un personaje desconocido al que se refiere como “Vuestra Merced” para explicarle su situación  actual en la que corren rumores sobre la infidelidad de su mujer con el Arcipreste que le da trabajo. Para que se entienda esta situación, Lázaro relata los aspectos más importantes de su vida: sus orígenes humildes y sus vivencias con diferentes amos, entre los que destacan un ciego cruel, un clérigo avaricioso y un escudero pobre obsesionado por la honra.
Estructura. La obra se divide en un prólogo y siete tratados, en los que Lázaro sirve a varios amos. Su extensión es muy diferente: los tres primero son mucho más largos, posiblemente porque son los más importantes, ya que forman la personalidad del protagonista.
Algunos rasgos de El Lazarillo se convertirán en características de la novela picaresca:
1.      El protagonista narra su vida en primera persona, contándonos desde el presente cómo ha llegado a esa situación y las dificultades por las que ha pasado.
2.      El protagonista es un antihéroe que va aprendiendo y evolucionando de sus experiencias. Procede de una familia sin honra y la sociedad en la que vive exige que robe, mienta y sea espabilado para poder sobrevivir.
3.     Realismo en los personajes, los ambientes y las situaciones, lo que contrasta con las novelas idealistas de moda en la época.
4.      Se lleva a cabo una crítica de la sociedad de la época.
5.      El final de la novela es abierto, lo que permite escribir continuaciones.

LA PROSA EN EL SIGLO XVII

Muchos de los géneros narrativos del siglo XVI prácticamente desaparecen en el XVII: libros de caballerías, novelas pastoriles, etc. Sin embargo, otros, como la novela picaresca, tienen ahora un gran desarrollo. También tiene gran importancia la novela corta al modo italiano, tras la publicación de las Novelas Ejemplares de Cervantes en 1613. De hecho, la figura más relevante de la prosa española no es precisamente Cervantes, quien publicó la mayor parte de su obra en este siglo.
Por otra parte, destacan los libros didácticos, muy numerosos en esta centuria y de temas muy diversos: historia, política, religión, filosofía, moral, estética, economía…

             LA NOVELA PICARESCA

Rasgos de la novela picaresca
Rasgos de la novela picaresca
Las novelas picarescas comparten una serie de rasgos ya presentes en el Lazarillo de             Tormes y en el Guzmán de Alfarache:
1) Uso de la autobiografía para relatar de manera organizada una serie de aventuras.
2) El servicio a varios amos.
3) La justificación de toda la narración por el final
4) Los orígenes innobles del protagonista
5) La evolución del personaje desde la niñez hasta la madurez.
6) El punto de vista único, pues los hechos se cuentan siempre desde la perspectiva del             pícaro narrador.
7) La alternancia de fortunas y adversidades en la vida del protagonista.
8) Los frecuentes viajes del pícaro, que sitúan la acción en distintos lugares.
9) Existencia de un destinatario ficticio al que se supone que el pícaro dirige el relato                  escrito como una cara y a quien intenta convencer de las razones de su actitud: ante él y            ante los lectores pretende, con diferentes excusas, justificar su comportamiento.



El personaje del pícaro se caracteriza por su ambición de prosperar socialmente como forma de escapar de su miserable condición. Las novelas picarescas retratan con ello la grave situación social de las ciudades españolas del siglo XVII, en las que abundan mendigos, desocupados y vagabundos.

La novela picaresca del XVII, basándose en el modelo del Lazarillo, va a tener, no obstante, rasgos diferenciadores:
a) La acción se carga de discursos moralizantes que generan un proceso de “desnovelización”.
b) El fino humor del Lazarillo es sustituido por una visión desolada de la sociedad y por un agrio pesimismo.
c) Un amargo resentimiento sustituye a la sátira benévola.
d) La orientación realista del Lazarillo se transforma en estilización deformadora de la realidad, es decir, se muestra la realidad deformándola para destacar solo sus aspectos más negativos, grotescos o crueles.

Numerosas y variadas son las narraciones picarescas publicadas en el siglo XVII. Las más importantes son el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán y El Buscón de Francisco de Quevedo.

Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán

Se publicó en dos partes, la primera en 1599 y la segunda en 1604. Su autor, el sevillano Mateo Alemán (1547-1615?), llevó una vida difícil, estuvo varias veces en la cárcel, emigró finalmente a México en 1608 junto a su amante y allí debió de morir. El Guzmán de Alfarache tuvo un gran éxito desde su publicación y su importancia fue muy grande, no sólo como modelo del género picaresco, sino también para el desarrollo posterior de la novela. De hecho, fue muy leída durante los siglos XVII y XVIII en Francia y en Inglaterra.
La novela tiene un argumento típicamente picaresco: Guzmanillo, hijo de un mercader tramposo y afeminado y de una mujer adúltera, llega a ser consumado ladrón, se arrepiente y vuelve a reincidir en diversas ocasiones en una sucesión de estafas, fraudes y trampas, para terminar condenado a galeras. Allí de nuevo se arrepiente y dice que escribe su vida como ejemplo de lo que no debe hacerse.

El Buscón de Francisco de Quevedo

La joya literaria del género picaresco es una obra de Quevedo, Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños, publicada en Zaragoza en 1626, aunque fue escrita bastante antes.

  Argumento

Pablos comienza el relato de su vida por sus orígenes deshonroso: es hijo de un barbero ladrón y de una hechicera, sospechosos ambos de conversos. Muy joven, entra como criado del hidalgo don Diego Coronel y juntos estudian en Segovia y en Alcalá de Henares. Allí, Pablos, tras ser burlado, decide ser “bellaco con los bellacos, y más, si pudiese, que todos”.
El protagonista prosigue la narración con su aprendizaje de la vida picaresca, que alterna con intentos fallidos de regeneración y ascenso social, como el frustrado matrimonio con una dama rica o un periodo de poeta y actor. Finalmente, convertido en criminal y perseguido por la justicia, decide irse a América.

Características

El Buscón se ha calificado de novela picaresca por tratarse de un relato autobiográfico ficticio de un personaje miserable. Sin embargo, la obra introduce tantas modificaciones en el género que se discute su clasificación como novela picaresca.
Coincide con el Lazarillo y el Guzmán en la forma de carta y en rasgos como el origen bajo del pícaro, su afán de ascenso social, el hambre como móvil de sus acciones. Pablos, el pícaro protagonista, cuenta episodios de su vida, pero los diversos sucesos narrados no van unidos con la finalidad de explicar algo, sino que son una serie de escenas en las que el escritor despliega toda su maestría verbal. Tampoco hay en Pablos una evolución en el personaje como la que veíamos en Lázaro de Tormes. Como éste, Pablos aprende y gasta a otros las mismas bromas de las que ha sido antes víctima, pero interiormente nada cambia en él, es siempre el mismo personaje. Igual ocurre con el resto de los personajes: son tipos que sirven a Quevedo para conseguir efectos humorísticos. De ahí que muchos de ellos terminen por ser puras caricaturas. El Buscón pretender atraer la atención hacia el lenguaje y revelar la agudeza de su autor. Cuando un episodio está agotado el narrador pasa a otro asunto para mostrar otra vez su sutileza e ingenio.
En cuanto al contenido, Quevedo critica en El Buscón el ansia de ascenso social y la pretensión de conseguir un título de nobleza. El protagonista, hijo de un barbero ladrón y de una bruja, sospechosos ambos de conversos, nunca lo logra: es siempre castigado cuando intenta hacerse rico o pasar por noble. Quevedo muestra, pues, en esta obra su oposición a la movilidad social, defendiendo que cada uno permanezca dentro de su condición social de origen.

 Estilo

El estilo de la prosa de Quevedo se caracteriza por su agudeza lingüística, su tendencia constante a la exageración, la caricatura basada en comparaciones hiperbólicas, etc. Muchos rasgos propios de conceptismo pueden observarse también en su prosa: contrastes, paradojas, hipérboles, equívocos y dilogías, polisemias, paronomasias, elipsis, juegos verbales diversos…   Esta profusión de recursos obedece a una necesidad expresiva: provocar efectos cómicos que, junto a la esperpéntica galería de personajes, son fruto del espíritu mordiente y burlón de Quevedo.